Capítulo XII. “La mortaja”.


1
Nunca había violado y asesinado dentro de un lapso tan corto que las acciones pudieran ser definidas como inmediatas o consecutivas. O una cosa o la otra.


Este último pecado que sumé a mis vicios, fue apañado por el poder supremo que ostentaba al ser guardián de los esclavos. Y seamos sinceros; todo hombre deseó en algún momento de su vida violar a una dama que se le presentara como inalcanzable. Sólo el miedo por ser descubierto y penado frena a la gran mayoría, y en mi situación ser juzgado era imposible.


Creo que un violador-asesino, es decir, alguien que mata a la persona que veja, es un tipo diferente de criminal. Una cosa es sólo matar y otra es sólo violar. La meta del asesino es segar la vida de su victima. La del violador es arrancar placer sexual de un indefenso.


El asesino-violador está motivado por algo parecido a lo que mueve a los conquistadores de vírgenes. A estos los motiva ser los primeros en la vida sexual de una chica, mientras que los violadores-asesinos se empecinan en ser los últimos. Podríamos deducir que un violador-homicida es un criminal egoísta. “A esta me la garcho yo y nadie más”, parecen decir con sus actos.


Ahora estaba a un paso de ser egoísta, ya que sería el último en la larga lista de Eva K. Las sabrosas carnes íntimas de la primera dama serían degustadas por última vez por mí, a la fuerza.



2
A un lado de la cama y apreciando el hermoso culo de mi victima, decidí violarla.


No me llevó mucho tiempo resolverlo. Mis voces interiores clamaron por amplia mayoría que sería un desperdicio asesinar a esa veterana mutante sin pegarle una buena cepillada.


Así que relamiéndome los labios, me dispuse a utilizar sus cavidades sin consentimiento.


_“Rabito, ¡Atrap!”.

Esta señal indicaba al can atrapar sin matar. La técnica consistía en oprimir levemente entre sus fauces la garganta del espécimen indicado.


Eva despertó sobresaltada pero inmediatamente comprendió la situación. Intentó decir algo, pero no se lo permití.

_“Rabito, ¡Pres!”.

Ahora Rabito presionaba un poco más el cuello de la victima. Eva comprendió que no estaba jugando. Su vida dependía de una simple señal. Esto me excitó aún más. No hay nada que me satisfaga más que verme todopoderoso ante un ser indefenso.


Verifiqué que Rabito la tuviera sometida y apuntando con mi miembro cual estilete a sus partes femeninas, me dispuse a inflingir el mayor daño posible.



3
Me sorprendió y enorgulleció cuanto gritó. Me imaginaba que una mujer que había sido estrella del porno aguantaría más los embates hurgadores. Tal vez Kirchner no la utilizaba tanto y por eso había perdido gran parte de su práctica.


Debo decir que me encantó arrancar lágrimas de sus ojos.


_Que rica putita que resultaste –susurre en su oído para humillarla más-. Esto es por haber abandonado la lucha ambientalista en pos de ser puta de revista -agregué-.


Ella solo atinaba a sollozar, cosa que me enfurecía y excitaba más. Rabito aún la mantenía dominada. Indiqué a mi cánido secuaz que se desplazara hasta un espacio más amplio que quedaba entre la cama y el ropero. Ahí podría asestarle con comodidad la patada de gracia.


Rabito recorrió este trayecto sin soltar a la victima. Esta atinó a gatear mientras daba pequeños gritos de dolor.


Ante mí se encontraba arrodillada la primera dama de la Argentina Mutante, con la mirada al piso, humillada y pidiendo clemencia. Con el rostro totalmente empapado en lágrimas pedía que no la matara.

_“Rabito, ¡Suelt!”.

Rabito soltó a Eva y se alejó. Respiré profundamente y apunté mi rodilla hacia su frente. La patada se disparó automáticamente. Eva cayó de lado, fulminada.


El golpe fue tan potente que arrancó la totalidad del rostro y la parte superior del cráneo. Solo la quijada y la parte anterior de la cabeza se mantuvieron en su sitio. Fue tal la fuerza desplegada que las partes desgarradas rebotaron contra el ropero provocando un sonido seco.


¡¡Qué desastre!! El cadáver tendido sin cara, y el cerebro desparramado por el suelo siendo devorado por Rabito. ¡Qué perro de mierda! ¡Siempre comiendo cualquier cosa! Una vez merendó los excrementos de un bichicome, pero esta vez había caído muy bajo. Estaba degustando el cerebro de una mujer.


_¡Dejá esa mierda Rabito! –orden a la cual no respondió-.
_¡Divorcio! –y el perro cayó como aniquilado al suelo-.


Perro de mierda. ¡Tiene que hacer caso!
¡El cerebro de una mujer puede hacer daño al hígado!



4
La escena era lamentable. Una mujer sin cara, restos de cerebro desperdigados por doquier y un perro gimiendo en el suelo mientras de su boca caían restos de sesos.


Una desprolijidad indigna de un buen asesino. Pero la suerte y la inspiración se encontraban de mi lado. Viendo un pequeño cuchillo que casualmente salía de debajo de la cama y quién sabe había olvidado o perdido, se me ocurrió una brillante idea.


Coloqué a Eva (o lo que quedaba de ella), nuevamente sobre la cama y mediante un pequeño corte en su bajo vientre procedí a retirar los intestinos de la cavidad abdominal. Estos no culminaban de salir nunca. Era como una gran cuerda sin fin. ¡Qué divertido!


Al finalizar, disponía de unos diez metros de intestinos para completar mi obra. Pre-visualicé el objetivo en mi mente y comencé por la parte inferior del cuerpo. Até ambos pies a la altura de los tobillos con el extremo donde comenzaban el intestino delgado.


Serían varias vueltas para cubrir el cuerpo y completar la mortaja intestinal, pero la fuerza que me fluye cuando estoy motivado por una gran obra de arte morbosa, hizo fácil la ardua tarea.


¡Cómo brillaba la mortaja con la luz de la luna! Los intestinos son de un rojorosado casi fluorescente y tienen una propiedad reflectiva que pocos han sabido apreciar.


Luego de unas cincuenta vueltas quedaba solo por envolver el cráneo. Rabito contemplaba la escena ensimismado. Estoy seguro que si le permitía estar a solas por un instante con mi obra, la devoraría gustosamente.


Finalicé por envolver la cabeza, ya a estas alturas con el intestino grueso. Tomé distancia y aprecie la segunda obra de esa sangrienta noche. Era el autor y espectador de una realización única. Nunca nadie antes había sido amortajado con sus propios intestinos.


Pero faltaba un detalle. Tomé el rostro del piso, soplé para quietarle algunas pelusas que se le habían pegado y procedí a colocarlo en su ubicación original. El rostro ahora coronaba el cuerpo cual mascara mortuoria.


Reí alocadamente. Eva pasaría a la posteridad como una especie de momia egipcia conformada por tripas. Una belleza.


La obra estaba completa y por fin descansé aliviado.



5
Ya en mi habitación y habiendo descartado las ropas bañadas en sangre, terminé de quitarme los restos de carne y vísceras que aún tenía adheridos al cuerpo.


¡Había sido un golpe perfecto! Imaginé en la interna de la CIA, cómo recibirían los directores las novedades.


Sobresaltado intenté conciliar el sueño. Cuando saliera el sol, todo se descubriría y la ciudad mutante entraría en estado de pánico y locura. ¿Cómo reaccionarían los dirigentes mutantes? ¿Cómo accionaría el pueblo? ¿A quién culparían? ¿Sería el comienzo de otra guerra?


Yo debería encontrar una oportunidad para escapar de la ciudad en los días siguientes. Era peligroso abandonarla esa noche. La mejor opción era sin dudas estar oculto bajo sus propias narices. Ya habría tiempo de reencontrarme con Rebeca en la ubicación acordada. Si había seguido mis indicaciones, no tendría problemas para hallarla.


Dormí mientras Rabito lamía mis manos, disfrutando los últimos restos de sangre.



6
Varios golpes en la puerta dieron por finalizado mi sueño. Era un guardia personal de Pettinato. El apóstol de Armadiegón solicitaba mi presencia. Ya había amanecido.


Acudí de inmediato. Seguramente se trataba de una reunión por el descubrimiento de los cuerpos de los mandatarios. Pero no. Al ingresar este se encontraba solo.


Luego de pedirme que tomara asiento ingresaron dos seres más a la sala. Un guardia y...


El alma, si es que todavía la tenía, se me fue del espanto. No daba crédito a lo que veía.


¿Pero cómo? ¡¡Está viva!! Pellizqué mis manos por si era una pesadilla de la cual quería imperiosamente despertar. Me auto-apliqué punta pies y hasta oprimí tenazmente un testículo, pero nada. No era un sueño. Era la cruda realidad.


Está vivita y coleando y yo tengo firmada la sentencia de muerte. El crimen perfecto, no existe.




Capítulo XI. “Magnicidio”.



1
Rojo intenso, oxigenado.
Hace minutos que contemplo mi obra.


Rabito exhausto, aguarda a mi lado.
Las paredes al secarse, se tornan de un rojo macabrooscuro.
La luz de las velas hace la escena más lúgubre y macabra.


El movimiento de las sombras le da vida a los cuerpos inertes.


Todo en la habitación está untado con sangre, incluyendo a la esclava.


Espesas y pegajosas babas rojas caen de la boca de Rabito, mientras respira agitadamente. Algunas babas larguísimas y elásticas cuelgan de su barbilla. Creo que es líquido ocular mezclado con sangre.


Mi corazón late desbocado. Estoy feliz. ¡¡¡Soy un magnicida!!!



2
Me fue sencillo en este terreno archiconocido, seguir entre los intrincados corredores la luz de la vela que el extraño caminante encapuchado de esta ciudad oculta utilizaba.


Como guardián de esclavos reconocido, fue fácil ingresar al pueblo dormitorio donde pernoctan los esclavos. Esta mini-ciudad, se encuentra horadada en la roca base de la Iglesia de Armadiegón. Aquí son encerrados los esclavos, hasta su próxima jornada de trabajo forzado.


Al ser subterránea, está completamente a oscuras. Algunas antorchas ubicadas estratégicamente permiten distinguir las esquinas de las callejuelas. El resto está totalmente a oscuras. Los esclavos son anclados mediante cadenas a la pared de cada habitáculo, para evitar que aprovechen la oscuridad para organizar un escape.


El aire aquí abajo esta viciado. Aleatoriamente se escuchan gritos de dolor. Es que algunos esclavos se encuentran gravemente lesionados por el trabajo. Si tienen suerte, la muerte aliviará su sufrimiento. Para los que no tienen esa suerte o son muy cobardes para suicidarse, les espera otra larga jornada de esclavitud.


Siguiendo a este guardia que por su fisonomía me era desconocido, pude ver cómo se guiaba por marcas en las paredes. Estas eran nuevas, así que seguramente habían sido dejadas por secuaces. ¿Este extraño era Kirchner o tal vez un esclavo en un elaborado intento de fuga?


A unos metros de distancia el encorvado ser ingresó a una habitación. Me dispuse a espiar en el umbral.



3
De espaldas a la pared que daba al ingreso del habitáculo y asomando con sumo cuidado mi cara, aprecié como este se aproximaba a una espacie de cama formada por un montón de paja amontonada.


En el centro y atada por las cuatro extremidades a diferentes cadenas que la dejaban totalmente expuesta, una bellísima esclava. La reconocí. Yo mismo la había violado en reiteradas oportunidades.


Seguramente la guardia personal de Kirchner había recluido a la esclava de su preferencia en esta habitación marcada.


Al quitarse la vestimenta, observé su cuerpo desnudo, flaco, encorvado. Era mi blanco. Pude confirmarlo al ver su perfil. Esa horrenda nariz y ojos saltones de Simpson son inconfundibles.


No es que lo deteste concientemente. Es más, lo voté para presidente en 2003. La cuestión es que al ver como incumplía todas sus promesas y más adelante al enterarme que yo era uruguayo, no tuve más remedio que desear asesinarlo. Era una mezcla explosiva entre mi idiosincrasia de votante argentino y mis genes uruguayos.


Casi sin darme cuenta, estaba a un paso de cumplir el sueño de todo votante argentino y de cualquier uruguayo que se digne de serlo. Asesinar al presidente argentino.



4
Demoró varios minutos en penetrar a su victima. No lograba hacer funcionar correctamente su miembro viril.


Ya sobre la esclava, se contorneaba con torpeza. El inmundo cuerpo sudado y verrugoso haría vomitar hasta al más experimentado forense. La chica intentaba gritar, pero era interrumpida por la larga y babosa lengua del vejador, que violaba también su boca y garganta hasta casi ahogarla.


Rabito sería el matador. Sentí envidia de él. Lo miré y me preparé para dar la orden en el momento de mayor distracción de Kirchner. De a pasitos, habíamos logrado ingresar a la habitación sin ser percibidos.


_Rabito… ¡Atac! –Susurré al oído del can-.


Esos segundos se convirtieron en eternos. La esclava me miraba fijamente desde su tormento. De alguna manera había detectado mi presencia. Sentí por un instante el asco y horror que ella resistía en esos minutos de agonía.


Rabito se había convertido en un excelente cazador en estos años. Poseía una vasta experiencia en exterminar esclavos obstinados. ¿Pero cómo respondería en esta situación?


Agazapado, llegó hasta justo detrás del violador presidente, sin que este lo notara. Los músculos de sus cuartos traseros estaban tensos, a unas décimas de segundo de liberar la energía elásticamente para atacar.


Por un instante contemplé la escena y los sonidos con exquisita atención. La habitación rústica horadada en la piedra, el presidente mutante de Argentina sobre la esclava atada, sus gruñidos de goce y los sollozos espantados de ésta. Más atrás, Rabito agazapado a punto de atacar entre las tenues sombras que danzaban a la luz de las velas.


Estaba todo preparado. El instante previo a un hecho decisivo. El momento en que la moneda cae de cara, o cruz.



5
_¡¡¡Ahhhhggg!!!.
Ese agónico alarido retumbó con gravedad.


_¡¡La gran puta!! –pensé al ver el accionar del cánido-


Es que Rabito no había mordido en el cuello a Kirchner, sino que lo había penetrado por detrás.


Momentos de honda tensión. Si no lo mataba en breve, Kirchner podría pedir auxilio a la guardia. Sería mi perdición. Todos conocían al dueño de ese perro.


Me dejé caer y escape lentamente arrastrándome hasta el umbral. Retrocedí utilizando mis codos, de espalda al piso, sin perder de vista lo que se había convertido en una orgía de bestialismo. Ya escondido, vi como a Kirchner no parecía importarle el can que taladraba sus carnes por detrás. Es más, parecía disfrutarlo.


Rabito se movía cual conejo. La escena sexual forzada lo había excitado. Pero como a su dueño, solo le gustaba utilizar el cuerpo de otros para arrancar sexualmente dolor; no placer. En el instante en que Kirchner giró su cabeza para observar felinamente a su partener (y tal vez darle un besito), este arrancó con un solo mordisco la nariz y ojo extraviado del presidente.


Este cayó en un solo grito de agonía al suelo. Rabito lo remató con una leonina mordida en el cuello. Mientras Kirchner padecía estertores de muerte, la sangre fluía cual catarata desde el cuello y como una fuente desde el agujero ocular. El trabajo estaba realizado.


Al costado, en la cama de heno, la esclava violada se encontraba inmóvil. Tal vez en estado de shock o muerta. Su cuerpo había sido alcanzado por una especie de finísimo rocío de sangre proveniente de la cara del presidente.



6
Razoné que no deberían quedar testigos. La esclava podría denunciarme. Debía matarla.


Al acercarme comprendí que la esclava había fallecido. Sus ojos estaban inmóviles, mirando el techo. No había resistido la humillación de ser acuchillada en sus entrañas por el inmundo facón de carne del presidente mutante.


Desaté sus manos. Compondría la escena para que pareciera que ella era la responsable de la carnicería presidencial.


Arranqué unos restos de carne que colgaba aún en jirones del cuello de Kirchner y procedí a meterlo en la boca de la esclava. Embadurné su cara y contemplé la belleza de esta obra.


Tomé las vestimentas del difunto presidente y la empapé con sangre. Abrí la boca de la esclava y retorcí la prenda. Un gran chorro la llenó y pequeños hilos de sangre cayeron a los lados de los labios. Resultaría obvio para cualquier testigo, que la esclava había arrancado el cuello y partes de la cara del occiso.


Más luego, poseído por la musa inspiradora de algún gran artista impresionista, todo fluyó sin explicación lógica que pueda referenciar. Con la ropa ensangrentada, utilizándola como una gran brocha, pinté todo lo que contenía la habitación. A dos manos, con fuerza, fregaba la prenda por donde estuviese libre de sangre. Si de él no emanaba sangre, acudía al cadáver por más.


Cada rincón, cada centímetro fue pintado. Las paredes, la esclava, el piso, el techo, el propio Kirchner. Todo. Solo el heno que conformaba la rudimentaria cama dejé de lado. Necesitaba un elemento que contrastara y resaltara el rojo intenso.


Qué hermosa obra. La habitación completamente pintada con sangre presidencial. Los cadáveres perfectamente distribuidos. El heno generando un contraste abrumador. La mordida en el cuello, la boca sangrante de la bella muchacha, las piernas en “v” que dejaban descubierto su hermoso sexo.


Como un admirador incondicional ante una gran obra, examiné la mayor cantidad de detalles. Quería atesorar detalles sensoriales (el olor, la sensación al tacto de la escena), entre mis mejores recuerdos. Existe una oculta belleza en la escena de un crimen.



7
Debía continuar con mi plan. Luego de unos minutos emprendí el camino hacia la habitación de Eva K.


Al salir y volver la vista atrás, caí en que era importante desatar los pies de la esclava. ¿Sino cómo mierda pudo pintar las paredes y techo?


Solucionado este detalle imprescindible, emprendimos con Rabito el camino que desembocaría en el asesinato de Eva.


Sin problemas abandoné la ciudad subterránea, dirigiéndome a la pared exterioranterior de la iglesia, donde debía encontrar la puerta oculta que me llevaría hasta la habitación presidencial.


Como se describía claramente en el papel enviado por la CIA, dos enromes rocas que eran parte de la estructura, no eran de roca sólida, sino de una espacie de molde vacío. Era cuestión de empujarlas, ingresar y volverlas a su posición original para no despertar sospechas.


Sorprendentemente había antorchas encendidas y una gran escalera tallada dentro de la pared. Seguramente esta salida fue utilizada por Kichner para llegar hasta la ciudad de esclavos, sin ser detectado.


Ahora deshacía su camino, para asesinar a la esposa. A Eva K.


La escalera desembocaba a una doble puerta de madera. Al moverla, me topé con unas prendas de vestir. El pasadizo se ocultaba tras un ropero.


Entreabriendo sigilosamente la puerta, vi como Eva dormía plácidamente en su cama. La habitación era bañada por la luz de la luna que ingresaba por el ventanal.


Con Rabito avanzamos en puntas de pie hasta ubicarnos a su lado. Utilizaría mi pierna para ajusticiarla. Levanté mi rodilla y apunte a su frente como indicaba el manual de usuario de la pierna, pero tuve que abortar el golpe de karate. Eva giró imprevistamente quedando de espalda.


Se encontraba desnuda y su hermosa silueta se presentó desvergonzadamente ante mí. Era una hermosa mujer de unos cuarenta y pico de años. Coqueta hasta durmiendo, su única vestimenta consistía en decenas de joyas.


¡Qué hermoso culo tiene esta puta! ¡Qué desperdicio sería matarla, así sin más!
Estoy a su lado. Casi puedo tocarla con la respiración. ¿Qué hacer?


Solo puedo pensar en cuantas veces me enfurecí al ver a los asesinos de películas matar a bellas muchachas sin antes garcharlas.


¡¡¡Podría pegarle una violadita antes de matarla!! ¿No?






Capítulo X. “Eva K”.


1
Una hoja en blanco. ¿Era alguna señal que no lograba comprender?
¿Y la pequeña pistola? ¿Y la bala en el fondo de la caja?
¿Era una amenaza?
¿Quién podía conocer mis intenciones de matar a Kirchner?


Hacía ya una semana de la aparición del extraño paquete en mi habitación, y diez semanas desde que decidí asesinar al presidente de Argentina Mutante. Lo llevaría a cabo en las Pascuas Maradonianas, fecha para la cual estaba planificada su visita para la inauguración de la segunda torre de la iglesia de Armadiegón.


Solo faltaban tres días. En mi mente repasé el plan para permitirle escapar a Rebeca. No podría decirle nada de la misión, para evitar presionarla. Simplemente la llevaría en un carro escondida, fuera de la ciudad y ella debería apelar a su instinto de supervivencia para llegar a la frontera con el nuevo EEUU. Sabía que era su única oportunidad. Cuando llevara a cabo mi misión, debería escapar sin lastres y si era atrapado nunca más podría brindarle una oportunidad de libertad a ella o a mi hija.


La incógnita se mantenía. ¿Quién mierda había dejado el paquete?



2
_¿Ves?
_¿Estás segura?
_Sí. Me lo enseñaron en el club.
_¿Y no se prende fuego?
_Si lo haces con cuidado no se quema y revela el secreto.


Abro lentamente los ojos. Miro el techo. No es una pesadilla. Estaba soñando.


La escena se desarrollaba en el cuarto que teníamos en común con mi hermana de chicos. Ella me enseñaba cómo revelar una escritura secreta de una hoja aparentemente en blanco. El truco consistía en escribir con jugo de limón. Al secarse, la hoja quedaba limpia, en blanco. Al exponer la hoja a una llama de fuego y manteniendo una distancia prudencial, lo escrito aparecía como por arte de magia.


¿Dónde había visto yo eso? No era un recuerdo.
¿Era realmente un sueño inventado?


Mayor fue mi sorpresa al constatar que la hoja en blanco, revelaba una profusa escritura al exponerla al calor.


“Si lee esto, es que el sueño que le enviamos ha funcionado.
Podemos hacer esto con una nueva tecnología.


De buena fuente conocemos que decidió cumplir con la misión.
La pistola adjunta es de cerámica, indetectable para las máquinas detecta metales. Puede ser disparada una sola vez. Es solo una opción para llegar a la meta.
A continuación más detalles sobre el paquete K y otras opciones para cumplir la misión.”


¡¡La gran puta!! Estos soretes de la CIA sutilmente me mentían. Obviamente el sueño que según ellos me mandaban por una nueva tecnología, era directamente enviado a mi cerebro por el chip que me implantaron.


Igualmente no me podía quejar. Tenía opciones de cómo matarlo y una descripción de sus vicios y puntos débiles. La misión tomaba forma y se volvía más factible.


“Luego de leer atentamente y repasar las opciones, destruya este papel.
Buena suerte” –culminaba la misiva-.



3
Esta sería mi tercera Pascua Maradoniana. Los festejos eran los mismos de siempre, pero la exaltación por la pronta llegada del mayor líder generaba en el ambiente una sensación de evento histórico. El 22 de junio de 2032 quedaría en la historia para todos los Armadiegones.


Los mutantes suelen regalar para esta fecha chocolate con formas de estatuillas de Diego, pelotas de futbol y manos izquierdas de Maradona.


¿Sería verdad lo que he escuchado todo este tiempo? ¿Será verdad que Maradona en su excéntrico testamento pidió que con el cuero de su piel se hicieran 13 pelotas de futbol? ¿Será verdad que la pelota realizada con el cuero de su pie izquierdo está en poder de Kirchner? ¿Será verdad que la mano de d10s corona el bastón de mando?


Por lo pronto yo solo he podido ver un balón que detrás de una vitrina en la iglesia se le atribuye a Maradona. Me imagino que 12 de ellas están en poder de la misma cantidad de Apóstoles Maradonianos.



4
Es el día previo a las Pascuas Maradonianas. Me encuentro en la avenida principal de Armadiegón; Avenida Bilardo. Como el pueblo mutante fanatizado en las calles, me apresto a visualizar el desfile de bienvenida.


En una carroza real, tirada por 20 caballos y rodeado por cientos de mutantes guardaespaldas, pasa ante la multitud Kirchner. La multitud lo aclama. Él y su esposa saludan desde el interior del coche. El papel picado, los cánticos y los bombos resuenan en la avenida, como si de la Bombonera se tratara.


“¡¡¡Sos mejor que Perón!!!” –grita una vieja mutante sin dientes, fiel seguidora de su líder-.


Kirchner llega un día después del comité de seguridad que sitió la ciudad. El control es el máximo posible. Solo los cercanos a Pettinato tienen el honor de compartir la Iglesia-Castillo con K. Hay toque de queda en la ciudad desde hace 5 días. Solo alguien que no cumple lo que promete a su pueblo necesita tanta seguridad.


La caravana llega al puente que es antesala de la Iglesia. Kirchner y su mujer bajan de la carroza saludando a la multitud enardecida.


No creo lo que veo. ¡No puede ser! La mujer con la que se casó K luego de la muerte de Cristina es….



5
Quedo hipnotizado.


K saluda con un bastón que en su parte superior presenta una mano humana. Es un puño cerrado. ¿Es la mano de Maradona en la posición en la que golpeo la pelota contra los ingleses?


K tiene el carisma. Tiene a la multitud absorta. Comienza a hacer jueguitos con una pelota. ¿La pelota confeccionada con el cuero del pie izquierdo del Pelusa?


Los jueguitos que realiza son increíbles. La lleva atada. En un momento, deja la pelota quieta y se retira unos 5 metros. La mira. La pelota toma vida y va hacia él.


“¡¡La pelota busca al líder!!” –grita un joven creyente, en clara alusión al hecho y conformando un torpe plagio de la frase “La pelota busca al jugador”.


K no deja dudas. Si la pelota elaborada con el cuero del pie izquierdo de Diegoarmando lo sigue, es el líder indiscutido.



6
Luego de una pausa y totalmente estupefacto por lo que había visto, el grito ensordecedor de la multitud me volvió a la realidad.


_¡¡Viva nuestro líder Kirchner!! –Gritan algunos mutantes-.
_¡¡Viva!!! –responde fervorosamente la multitud-.


_¡¡Viva nuestro apóstol Pettinato!! –Arengan nuevamente los líderes de la multitud (tal vez comprados por los propios líderes)-.
_¡¡¡Vivaaaaa!!! –Responde con pasión la horda olorosa-.


Es que los líderes han salido a saludar desde el enorme balcón que en la parte frontal presenta la majestuosa iglesia. Voy a padecer torticolis por mirar hacia arriba. La altura en la que se encuentra dicho balcón es excepcional.


Comienza a caer una suave nevada. Este invierno es frío, pero no tanto como los anteriores. Uno se acostumbra al frío, tanto como a los malos políticos.


Los líderes saludan con sus respectivas parejas a la multitud. Los jueguitos de pelota del avejentado Kirchner, me habían distraído de mi sorpresa inicial. Su nueva mujer.


La reconozco. A pesar de sus cirugías para aparentar juventud y las enormes tetas que se ha implantado, la reconozco. Cómo no conocerla, si vivía a unas cuadras de la casa de mis padres adoptivos. Fuimos al mismo colegio, aunque ella al ser mayor estaba en otro grado.


Rapidita la muchacha, era sabido por todos los varones que se levantaba la pollera para mostrar la concha a todo aquel que se lo pidiera. Yo nunca se la vi porque era muy vergonzoso como para pedírselo. Pero Carlitos sí la vio. Carlitos no me mentiría.


De todas maneras, su liviandad la acompañó siempre, como cuando fue Reina del carnaval de Gualeguaychú. Se comentaba que le había hecho favores orales a más de un jurado. Posteriormente saltó a la fama en una cumbre de presidentes por aparecer con un cartel que rezaba “No a las papeleras”, aunque luego se olvidó de toda la movida ambiental y se ganó el odio de todos sus conciudadanos.


¡¡Sí señores!! La primera dama mutante es Evangelina Carrozo!! “Eva K”, de ahora en más.



7
El chip de mi cabeza tiene sus ventajas. Puedo investigar en la vieja Internet la vida de todo humano mediático.


Aunque tiene sus desventajas. Por ejemplo interfiere en mi privacidad. Al principio violaba a las esclavas con los ojos cerrados, para que los de la CIA no vieran nada. Luego miraba con los ojos apenas entre-abiertos. Últimamente con Rebeca ya no cierro los ojos. ¡Tampoco por vergüenza me voy a perder la cara de puta que pone!


Volviendo al tema de la investigación, ¡linda vida llevó la Carrozo!
Después de sus frustrados intentos por ser mediáticamente reconocida en el programa de Tinelli, donde se peleó con todo soñador que se le cruzara, se dedicó a la Revista. Más adelante, luego de aparecer en la revista Hombre y decir algunas guarangadas, alguien “robó” de su casa un video amateur donde se la podía ver chapándosela a cinco señores en fila india.


De ahí a Rial y luego saltó a la fama. Se convirtió en estrella porno. Parece que desde chiquita quería hacer eso.


Cuanto menos inteligencia, los instintos se encuentran más a flor de piel. La falta de raciocinio despierta la sexualidad al máximo y los mutantes argentinos están en la cresta de esta gráfica. De la muerte de Cristina al casamiento de K con la estrella porno argentina, fue cuestión de solo una mirada. Mirada extraviada, por cierto.



8
Las instrucciones han sido precisas. K solo pasará una noche en la ciudad. Según los espías, es vicioso por las muchachas esclavas. Ahí tendría una oportunidad de matarlo, cuando se escabulla en la noche para violar, sin guardia a la vista.


Otra oportunidad es en su habitación. Podría llegar hasta allí utilizando un pasadizo secreto de escape, según la CIA.


Luego de la inauguración, K y Eva acudirán a una gala de teatro en su honor. Ahí lo podría ajusticiar estilo Lincoln.


Como método tengo la pistola de un solo disparo, a Rabito mediante la orden de atacar y mi pierna, que según la CIA si es configurada en modo “Karate”, trabaja sola si apunto levantando la rodilla hacia la cabeza de alguna persona.


Otra cuestión que debería sopesar es si debo matar a la esposa. No estaba en los planes, pero no puedo dejar que Eva se convierta en la líder. ¡¡Es mi oportunidad de librar al mundo de Evangelina Carrozo!!







Capítulo IX. “Magdalena”.


1
_Un gallego mutante le dice a otro:
_Manoel, ¿cuántu es cuatru pur dos?
_Pos siete...
_¡¡El culu te abrocho!!

Silencio. No hay festejos. La chusma mutante se encuentra absorta en un vano intento por comprender el chascarrillo.



_¡Otro! –Grito, auto asignándome una nueva oportunidad-.
¿Cuál es el faraón mutante más conocido?
¡¡¡MUTAN-KAMON!!!

Silencio total. Solo una tos seca, perdida, rompe el silencio. Miles de ojos sangrosos clavan millones de agujas de odio en mi cuerpo.



Pettinato rompe el estado cataléptico generalizado:
_Por el insulto de creerte digno de nuestro perdón, ¡¡te condeno al peor castigo!!

Una gran ovación. La multitud lo aclama. ¿El peor castigo? El hombre ha inventado las más horrorosas maneras de matar a sus semejantes, mucho antes que la de sanarlos.


Entre varios me atan como un matambre. Pronto lo comprendo. No será el experimentado verdugo quien acabara con mi vida. Será su hijo: el aprendiz.
De la misma manera que Lorna fue mi primera víctima, yo seré la primera ejecución de este verdugo sub-15.

Los intentos por escapar son infructuosos. Las ataduras ancladas al patíbulo me lo impiden. No puedo moverme ni un centímetro. Estoy de dorso contra el piso. El verdugo entrega un enorme cuchillo al chico. Tira mi cabeza hacia atrás desde mi cabello y con el dedo indica donde comenzar a cortar.


Mi respiración se entrecorta. Trago saliva por última vez.

Por un instante siento el frió del filo mas luego un inmenso dolor. El tajo inicial recorre de oreja a oreja mi cuello. Varios latigazos internos que por el sonido recuerdan la rotura de cuerdas de un bajo, ponen notas musicales al seccionamiento de laringe, carótida, yugular y musculatura.


Saborasangre en la boca. Ahogo.

El dolor es increíble. ¿Por qué no muero rápido? El chico es inexperto y no cuenta con el entrenamiento ni la fuerza necesaria para cortar veloz y limpiamente. El padre lo ayuda tirando aún más mi cabeza hacia atrás, casi quebrando el cuello. No siento el cuerpo desde los hombros hacia abajo. Aunque moriré en pocos segundos, estos se hacen eternos por el pavoroso dolor.

El chico aunque cansado, no quiere decepcionar al padre. Comienza a pegar pequeños golpes con el cuchillo, como si de un hacha se tratase. Le queda por cortar todavía la mitad de mi cuello. La parte más difícil será la columna.


Ya sobre la escena, veo todo más claro. Le llevará varios minutos más al verduguito despegar la cabeza del cuerpo. Yo mientras floto. Ya no hay más dolor. Sólo espero la bienvenida de Dios.




¿Dios? ¿Estas ahí?

¡Holaaaaaaaaaaaaa!

¿Maestro? ¿Maestro de las Marionetas?





¡¡¿Alguien?!!



¿Maradona?


Tal vez es como siempre creí. Cuando uno muere, un velo negro nos devora por siempre en una inmensa eternidad…



2
Salto en la cama. Es un ahogo de muerte. Debo concentrarme para reponer el ritmo respiratorio. Mis pulmones están vacíos. Lo logro.


Una larga y penosa bocanada de aire. Casi sale mi corazón por la boca. Mil latidos. Sólo en ese instante sé que viviré un día más.


La cama empapada. Por suerte es sudor. Es preferible mearse en la cama porque uno sueña que está en el baño, que hacerlo por susto. Es menos humillante.


Las pesadillas ya no son diarias. Es más, hace meses que no soñaba con el día de mi ejecución. Debe ser por la tensión de la próxima visita.


¿Qué debo hacer? ¿Tendré la misma suerte que aquel día en que salvé mi cuello?
Hay muchos matices en la suerte, pero lo de aquel día fue increíble. Podría haber contado miles de chistes sobre temas diferentes, pero seleccioné los que en una sociedad patriarcal son más incorrectamente aceptados: chistes machistas y sexuales.



_¿Cuál es la diferencia entre mama y mamá?
Que la primera es una parte del cuerpo ¡y la segunda es una orden!

Con este chascarrillo rápido robé una sonrisa a la multitud. Además había adoptado el modismo de hablar de Verdaguer, cosa que imaginé caería simpática a Pettinato.



_¿Cuál es la diferencia entre lástima y lastima?
¡El tamaño!

Con este otro los mutantes comenzaban a reír a carcajadas, golpeándose salvajemente en un desenfrenado pogo. Perdían el control y comenzaban a experimentar una especie de estado de euforia colectiva. Debía dar el golpe de gracia.



_¿Qué hace un hombre cuando tira a la mujer por la ventana?
¡Está contaminando el medio ambiente!

Para ese entonces la muchedumbre se encontraba en pleno éxtasis y Pettinato concedió el perdón. No podía hacer otra cosa. El verdugo se había auto-amputado un brazo con el hacha en medio de un ataque de risa paranoico.



Increíblemente gané un puesto como uno de sus bufones personales. Viviría mientras pudiera hacer reír a Pettinato y su séquito por lo menos una vez en todas las cenas. Ese era el trato. ¡¡Y pensar que me quejaba cuando fui cadete de aquella farmacia!! Era un trabajo de mierda, pero mi vida no dependía de ello.

No era problema. Con el chip con acceso a Internet podría conseguir todos los chistes que quisiera. Podría vivir miles de días a puro humor hasta encontrar la mejor oportunidad para escapar.



3
Pettinato, como cualquier gran señor del medievo, disfrutaba de su vida de noble hasta casi reventar. Todas las noches en la iglesia-castillo de Armadiegón, se organizaban orgías de comida y sexo similares a las romanas, que se extendían por horas.


Con el tiempo, fui reconocido como un gran comediante. Igualmente Pettinato cada vez que era el momento de mi actuación, intentaba amedrentarme recordándome que mi vida dependía de la risa de los presentes.


El enorme domo decorado con hermosos frescos de Maradona era testigo cada noche de mi casi fin. Aunque la tensión era muy fuerte, nunca me sentí más vivo en mi vida. Disfrutaba cada momento, cada instante entre función y función, ya que podía ser la última.


Entre muchas cosas, disfrutaba la arquitectura y arte de la iglesia. Enormes vitreaux que representaban escenas de la vida de Maradona, estatuas de pelotas de futbol de todas las épocas, frescos de grandes equipos donde jugó. Todo dios tiene su némesis siendo Havelange y Blatter los seleccionados para los roles de Demonio y Satanás.
Cuando un mutante se comportaba de manera extraña, se decía que había sido poseído por Blatter.


La libertad de ser reconocido y aceptado permitía que investigara y me adentrara aún más en sus costumbres. Su devoción hacia D10S era inmensa. Todo su mundo giraba en torno a él. Secundario resultaba el poder conseguir alimentos y agua para sobrevivir. Claro está, ese problema era solo de los campesinos, ya que a los nobles no les faltaba nada.


Viviendo en el claustro de la iglesia, fue donde comencé a descubrir más secretos de esta increíble civilización sub-humana.



4
Con gran asombro descubrí que los obreros esclavos de la iglesia no eran mutantes.
Son humanos puros los trabajadores forzados de esta mega-construcción. Introducidos por traficantes sin escrúpulos desde los países puros, se trata de gente pobre que nadie echa de menos. Todos salen ganando. Los traficantes, los mutantes, y la clase media y alta de los países puros. Un negocio redondo.


Estos esclavos que llegan a un número aproximado de mil, viven hacinados en barracas subterráneas de la iglesia. Toda una ciudad de túneles oculta a la vista. Hombres, mujeres, niños nacidos en cautiverio, intentan sobrevivir a su desdichada existencia. Los viejos inservibles son sacrificados y vendidos como carne barata en los mercados.


Si esto les parece increíble, otro secreto que se auto-reveló ante mí, es más complejo aún. Los mutantes nobles, son humanos contagiados por el virus. La cruza de un mutante con otro, da como resultado un mutante de segunda generación involucionado, poco inteligente, no apto para manejar a los demás o ingresar al selecto circulo de nobles.


Además, por lo que he escuchado, la cruza de un mutante con un humano puro siempre termina con un aborto natural.


Es así, que la nobleza necesita de alguno de estos humanos que mantienen como esclavos para renovar su casta de poder. Alguno pasará de esclavo puro a mutante noble, si destaca y la suerte lo acompaña. Es así, que de una terrible manera, podría decirse que todos salen beneficiados.



5
Durante meses fui el bufón. Hasta que un día y gracias a Rabito conseguí otra tarea menos arriesgada y más satisfactoria.


Primero que nada, debo comentar como fue el reencuentro con Rabito.
Sucedió de manera fortuita en la feria. Había sido atrapado con una jauría que asolaba los alrededores de la ciudad. Lo compré al instante, al comprobar que aún mantenía el anillo en las bolas y que funcionaba correctamente. Lo salvé de ser utilizado para un guiso mutante.


Un día, en un intento de fuga de esclavos Rabito fue clave para dominarlos. Yo no hice nada. Fue solo su instinto, pero Pettinato nos designó como guardianes de la obra.


Mi trabajo consistía en evitar que escaparan los esclavos y acicatearlos para que trabajaran. Esta tarea es como la del latiguero en las pirámides de Egipto. Asustar, golpear, amedrentar y hacer que trabajen más rápido, so pena de látigo, mordida perruna o muerte. Como el jefe en cualquier trabajo.


Lo lindo de la tarea es la impunidad con la que me manejo. Según mis superiores, soy el mejor guardián de todos. Esto provoca celos en los demás, pero no entienden que está en mis genes. Me da placer utilizar mi superioridad sobre seres indefensos.


Como mejora he introducido el asesinato de un humano puro por mes. Esta innovación que podría encuadrar en el proceso de mejora continua, fue elogiada por mis superiores y mereció un ascenso en mi estatus social.


Consiste en puntuar la eficiencia del esclavo en varias ramas y el que peor promedio tiene es ejecutado delante de los demás. Su cabeza es insertada en un recuadro con la leyenda “El peor esclavo del mes” y se pudre a la vistas de todos. ¡¡Las obras se han acelerado en un 50 %!! ¡Nunca había trabajado tan a gusto y había sido tan eficiente!


Lo más hermoso de todo, es que pudo saciar mis instintos terrenales.
Todos los días, violo a alguna hermosa muchacha. Me encanta verlas asustadas y obligarlas a que digan guarradas.


Pero todo tiene un final. Me he enamorado de una bella pura. Yo creo que ella se dio cuenta cuando comencé a violarla cinco veces por semana. Al tiempo, si un día no la visitaba, me puteaba todo y me gritaba “si había ido a violar a otra”. Al final solo la vejaba a ella.


Hasta que quedo embarazada.


¡Ahora soy padre! Si, soy padre de una niña que ha nacido de esa relación. Por suerte Rebeca ha podido ocultar el verdadero padre de la criatura. Creo que los demás puros la despedazarían de saberlo. La ha nombrado Magdalena.


Pienso que debo ser más puro que un mutante, sino no habría sido concebida. Si no desarrolla la mutación, podría ser la primera niña pura-mutante. El primer eslabón de una especie que tenga lo mejor de las otras dos.



6
Han pasado casi dos años desde aquel día en que casi me ejecutan.

He padecido el crudo invierno que asola ahora esta parte otrora calurosa del planeta.

He podido desaparecer algunas veces argumentando que estaba en mi periodo de flotabilidad, para no generar sospechas.


Pero en estos momentos no es fácil seleccionar la opción a seguir. Mi destino vuelve a ser incierto y por eso les consulto.


Con la mejora del sistema de construcción, la segunda torre de la iglesia se ha terminado en tiempo record. Con esta torre, la parte frontal está completa. Por este motivo, el propio presidente de la nación mutante, Kirchner, visitará la ciudad.


Debo hacer algo. No puedo seguir viviendo de esta forma. No puedo ver a Rebeca trabajando día tras día como una esclava en la iglesia. ¡Esa tarea la debería hacer en nuestra casa!


Es mi oportunidad de asesinar a Kirchner, cumplir mi misión y volver a EEUU junto con Rebeca y la niña.

Podría también escapar con ellas y rehacer mi vida en algún lugar alejado de toda esta locura.







Capítulo VIII. “Armadiegón”.

1
De la antigua ciudad de Salta no quedaban rastros, ni siquiera un edificio o casa moderna. Por el contrario, las construcciones eran de piedra viva así como las calles empedradas, angostas y oscuras. El saneamiento brillaba por su ausencia, ya que los mutantes arrojaban los desperdicios desde las ventanas a la vía pública.


Algunos de los habitantes más poderosos, que eran los menos, marchaban a caballo o ñandú. Sus ropas eran más vistosas y abrigadas. El clima era bueno, aunque fresco. No superaba los 20 grados al sol. ¡¡Pensar que esta zona era un horno!!


Andando por la ciudad intenté llegar hasta la iglesia que se hallaba en el centro. Pero me fue imposible de lograr. Era una iglesia-castillo que estaba aislada del caserío por una enorme fosa llena de desperdicios. Solo se podía acceder por un inmenso puente de piedra, custodiado por soldados mutantes.


Destacaba la nave central de verticalidad desmesurada, la cabecera reforzada, seguramente pensando que la iglesia seria el bastión final en un sitio. En el centro sobresalía una bóveda circular que cual erizo en posición defensiva, presentaba cientos de agujas que arañaban el cielo. Una sola torre coronada con un gran capitel en uno de los lados mientras el comienzo de la base de tres torres mas con gran movimiento de trabajadores, descubría a la faraónica obra como incompleta.


Tal vez podría ser tomado como obrero en la iglesia. Ya dentro habría alguna oportunidad de llegar al Apóstol.


Caminé sin destino por la ciudad, urdiendo mi plan. Debería hacer sociabilidad hasta hallar la forma de ser empleado en la construcción. También debía aprender de su comportamiento social. Caminé y caminé observando sus costumbres.



2
En las callejuelas se sucedían todo tipo de acciones reñidas con las buenas costumbres. Se podían ver desde mutantes fornicando, a matarifes sacrificando animales. Más adelante ingresé a una feria. Los mutantes mediante trueque obtenían los alimentos necesarios para su supervivencia. La feria de animales y frutas era realmente extensa y caótica.


Como en toda feria, también había estafadores y ladronzuelos. Una especie de guardia civil se encargaba de aprenderlos. La pobreza extrema contrastaba ferozmente con la gran riqueza de los nobles que se desplazaban por la ciudad con total impunidad, con pequeños ejércitos y guardias personales.


Niños mutantes, flacos hasta los huesos, acosaban en grupos a todo caminante. Los más fuertes se los quitaban a golpes, mientras otros menos afortunados eran sus víctimas.


Uno de ellos, casi desnudo, me atacó pidiéndome algo de comer. De una trompada lo desmayé. Tal vez murió del golpe. Fue una medida en extremo necesaria. Si mostraba debilidad, los demás chiquillos podrían atacarme como los lobos atacan a un animal herido. Si no murió del golpe, lo haría luego de frío. Los demás niños aprovecharon para quitar los andrajosos trapos de su esquelético cuerpo.


Rabito estaba siendo de gran ayuda. Más adelante atacó sin piedad a un grupo de niños que intentó emboscarme. Jamás lo había visto tan agresivo. Desgarró la garganta de uno. Entre tanto caos hallé lo que parecía ser una taberna. En su interior estaría a salvo y podría encontrar un lugar donde pernoctar.


Para ser aceptado, debí presentar mi cantimplora con agua al portero, como una especie de garantía. En la taberna el descontrol era mayor aún que en las calles. Entre comida y olores de hierba familiares a todo adolescente, una inmensa orgía. Parecía que me encontraba ante una masa sudorosa con cientos de brazos y piernas, que se contraía al ritmo espasmódico de miles de orgasmos.


Apartados pero observando, estaban los mutantes más viejos o los ya satisfechos. A ese grupo me uní, aunque debo confesar que hace tantos años que no garcho, que por un momento me sobrevoló la idea de por lo menos hacérmela succionar por una mutante. Había algunas bonitas. ¡Si no fuera por la sangre que emanaba de los orificios equivocados!


_¿Nuevo por aquí? –me abordó un viejo mutante, con la barba blanca veteada de rojo por la sangre que durante años la había empapado-.
_Sí.
_Tome un trago –invitándome agua-.
_No, gracias, ya tengo.
_Usted se lo pierde. ¿De dónde viene? Su acento hace años que no se escucha por aquí.
_Mi familia es del sur –inventé, recordando mi antigua ubicación geográfica-.
_Ya sé de dónde es usted. ¡De Diegonia!
_Exacto! –acepté, sin saber a qué mierda se refería-.
_¡Pues cualquier Diegonio es mi amigo!! –y comenzó a gritar y reír como demente sin ansiolítico-.


Como “a donde fueres, haz lo que vieres”, comencé a reír maquiavélicamente y saltar por toda el área. Parecíamos dos chimpancés furiosos. Al principio me sentí un tonto, pero luego me cubrió una gran paz. Similar a cuando hacía morisquetas en el espejo, sólo que esta vez no las hacía desnudo ante el espejo del baño. Eran morisquetas y tonterías que desplegaba a plena vista de todos. No se imaginan lo liberador de presentar en sociedad al idiota que uno tiene dentro.



3
Varias horas después, con el mutante Raúl –así dijo que se llamaba- y luego de presentarme a una enorme cantidad de seres sangrientos, parecíamos grandes amigos. Bueno; amigos, amigos no, ya que él desconocía mi gran secreto y hacía menos de un día que lo trataba. Pero como cuando uno se va de viaje a un país extraño, cualquier conocido es familia…


Entre chiste y risotada idiota, intercalaba una pregunta sobre Pettinato para resolver cómo llegar a mi objetivo. Quería trabajar en la iglesia. Al preguntar sobre cómo conseguir trabajo, Raúl comenzó a reír a carcajadas. El desproporcionado apéndice que tenía por nariz, se tornó de un color naranja zanahoria.


_¿Trabajar en la iglesia? ¿Estás loco? ¿Querés ser esclavo?


Ahí lo comprendí. Los que levantaban la iglesia desde sus cimientos, principal ícono de la ciudad y su fe, eran esclavos. Seguramente mutantes de otras nacionalidades. Mutantes brasileros o uruguayos.
Mi plan se escurría por la alcantarilla.


_Necesito ver al Apóstol. ¡¡A Pettinato!! –apuré mi interrogatorio-.
_¿Tan pecador sos? ¿Qué querés, ser de su séquito?
_Necesito verlo, nada más.


Debía llegar al él de alguna manera. Algo se me ocurriría. La desesperación es mala consejera, pero mi apuro por salir de este lugar era mi principal motivador.
A esa altura de la noche ya Rabito estaba metido de lleno en la orgía. No le dije nada. Pobre perro. Quería sacarse las ganas.


_¿Cómo hago para verlo?
_Tranquilo. Mañana hay un desfile por la culminación de la primera torre.
_¿Qué recorrido tiene? ¿Cómo llego?
_¡¡Tranquilo pibe!! Mañana te acompaño. Tomemos más agua, comamos patitas de rata asada, hagámonos chupar el pito por alguna guarra y ¡¡a dormir!!


Ya en la zona de dormitorios, la cual consistía en una gran habitación grupal con paja en el piso, recostado con Rabito en un rincón y luego de leer a escondidas un poco más del manual (no creerían todo lo que puede hacer esta piernita), divagaba sobre mi extraña historia.


Lejos quedaban aquellos felices tiempos de pelotear en la plaza. Mi vida se había convertido en una mala copia de “El señor de los anillos” y “El código Da Vinci”. Por suerte no había encontrado en mi camino varitas mágicas, porque la verdad que nunca me gustó Harry Potter. Una mala copia de aquellas era mucho mejor que ser un maguito gay.



4
Estar colgado por los brazos puede sonar a tortura leve, pero luego de varias horas en esta posición el propio peso del cuerpo comienza a desgarrar los músculos y coyunturas.
A la vez, es una postura en la cual el torturador puede, desde golpearnos salvajemente a atizarnos con un hierro al rojo vivo. Uno está completamente expuesto y la tensión y dolor no lo dejan descansar.


¿Cuántas horas hacía que estaba ahí? ¿Dónde mierda había quedado Rabito? ¡¡Qué grave error había cometido al intentar llegar a Pettinato!!


En medio del espectacular desfile fui detenido por su guardia. Cualquiera que intentara abordarlo era salvajemente reprimido.


¿Dónde estaba mi compañero de suplicio? Cuando arribé a esta mazmorra, él ya se encontraba bastante golpeado. Me explicó que regularmente se realizaban ejecuciones de presos de todo tipo, para aplacar a las masas oprimidas.


Tal vez ya lo ejecutaron. ¿Correré el mismo destino? ¿Me asesinarán o antes seré devorado por las inmundas ratas que intentan atacarme desde hace horas?



5
Ahora lo sé. Voy camino al cadalso. Es increíble cómo al apaciguarse un dolor, otro ocupa inmediatamente su lugar. Al alivio de los brazos estirados supera ahora el horrendo dolor por las mordidas de esas apestosas alimañas. Debo tener unas 10 mordidas de rata en mi cuerpo. El ardor es terrible. Partes de mí están siendo digeridas por esos animales en estos momentos.


Ya si antes mis pensamientos eran oscuros, ahora lo son aún más. Voy a morir. Todos sabemos que moriremos, pero una cosa es creerlo una certeza en un futuro incierto y otra es saber que ocurrirá en unos instantes. ¿En diez minutos?


La chusma iracunda esta reunida en una plaza en las afueras de la iglesia. Nueve mutantes y yo, en fila india, recorremos el camino hacia el más allá. Estoy en el cuarto lugar. Preferiría ser el primero. El primero no ve lo que le va a suceder. Sólo muere y ya. Yo seré espectador de lujo de las tres primeras ejecuciones.


Con mi hermana (dicho sea de paso, ¿que habrá sido de su vida?), de niños jugábamos a las ejecuciones. Parece bastante enfermizo, pero luego de ver varias películas ambientadas en el medioevo, las ejecuciones nos habían parecido divertidas. Hacíamos marchas de la muerte con sus muñecas y yo oficiando de verdugo, las decapitaba con un certero palazo. La cabeza había sido aflojada previamente para mejorar el efecto visual.


La muchedumbre está enardecida. El sólo ver que otros corren peor suerte apaciguará la rabia enquistada por sus vidas miserables. La nobleza, incluyendo a Pettinato, se halla en un palco VIP dándose un gran banquete. Somos el programa principal. Somos parte del pan y circo.


Pettinato, sentado en su trono, viste ropas exageradas y lentes extrañísimos. El peinado rubiooxigenado es tan alto como su cuerpo. No imagino cuánto gel gastarán para mantenerlo en esa posición.


Los bufones han culminado su espectáculo de payasadas, dando lugar a los redoblantes de ejecución. Los individuos nos profieren improperios y nos escupen. Desquitan su impotencia de una manera muy humana. Con odio al prójimo.


El verdugo, un mutante enorme, se hace presente con un delantal de carnicero chorreada de sangre. El primero acaba de pasar al frente. Fue valiente. Al preguntarle Pettinato, en medio del silencio cómplice de la multitud, si tenía algo para decir, se hincó y recostó su cabeza en el tronco de madera.


El verdugo de un solo golpe con el hacha desgarró la cabeza del cuerpo. No brotó tanta sangre como yo esperaba. Lo que sí me sorprendió fue que al ser levantada la cabeza desde los pelos para ser ofrecida a la multitud, pude apreciar cómo la cara se movía para congelarse en una mueca de dolor. La cabeza cercenada vive hasta 30 segundos.


Me imagino que escucharé un golpe y me marearé por la falta de oxígeno. Sabor a sangre en la boca, seguido de dolor en el cabello y contemplare desde la altura a la cual llegue el brazo extendido del verdugo cómo festeja la multitud. Intentaré mover mi cuerpo, pero no tendría nada que mover. Separado en dos, por siempre.


El siguiente ya no fue tan valiente. Al negarse a hincarse, fue atado a un potro y destripado ante la algarabía generalizada y los gritos desgarradores del pobre diablo.


El tercero duró un poco más. Al preguntársele si quería decir algo antes de morir, intentó hacer unos malabares. Por un instante capturó la atención de los presentes pero luego fue decapitado de parado con una espada.


Llegó el momento. Me toca a mí. Los segundos devorando centímetros hacia mi destino son eternos. Einstein tenía razón al suponer que la percepción del tiempo dependía del observador. Todo mi cuerpo tiembla.


Ya de frente al público viviendo mis últimos segundos, Pettinato realizó la pregunta:
_¿Tienes algo para decir?



6
¡Qué personaje Pettinato! La pregunta la realizó de una manera que solo él la podría hacer. Un golpe de caderas, un trabalenguas con las manos y un gesto alocado. Aún siendo mutante tiene la chispa, la llama que lo hace especial. Eso que deslumbra a todos los comunes.


¡¡¡He ahí la solución!!! ¡¡¡Debo apelar al consejo de Palas de que los mutantes son impresionables!! ¡¡Es mi única oportunidad!!


¡No hay tiempo para explicar. Podría ser destripado o decapitado en un instante! ¿Baile hipnótico, canción estúpida y pegadiza, monologo o chiste?